En el año de su 30° aniversario, los Florida Panthers se alzan con el trofeo más codiciado en la NHL. No sin antes sufrir, para muchos más de lo necesario, pero para Florida no podía ser de ninguna otra manera. Los Panthers se impusieron 2-1 sobre los Edmonton Oilers en un Juego 7 que pasó a la inmortalidad.
12 meses atrás, la franquicia del Sur de la Florida cayó en la instancia determinante ante Vegas Golden Knights. Su referente, Matthew Tkachuk, entre lágrimas y frustración soltó una promesa que poco reconfortaba a los fanáticos en ese momento. “El año que viene estaremos acá de vuelta, y lo ganaremos todo”, sentenció el número 19. Aquella frase quedó en el olvido, hasta que Florida comenzó su trayecto en los Playoffs del 2024 y desplegó un altísimo nivel de juego. La declaración de Tkachuk cobró fuerza y resonó en todo el universo de la NHL, que subestimó a este equipo y ahora descubría su marcada identidad.
Son pocas las franquicias que caen en la final y saben reponerse al año siguiente, Florida es una de ellas. En primera ronda dejó atrás a sus fantasmas del pasado, sus rivales interestatales, Tampa Bay Lightning. De manera contundente lo derrotó 4-1 en una serie en la que los Panthers tomaron el control y marcaron el ritmo del juego.
En la segunda ronda, ante un cruce especial frente a los Boston Bruins, equipo al que sorprendieron la temporada pasada y eliminaron tras revertir un déficit de 3-1 en la serie. Boston llegaba con sed de revancha, pero el hambre de redención de Florida pudo más. Con una ventaja de 4-2 en la serie, los Panthers se encaminaron a su segunda Final de Conferencia consecutiva. Enfrente emergía el rival más difícil, el mejor equipo de la temporada regular, los New York Rangers.
El escenario era excelente, ante la franquicia de la Gran Manzana, en el estadio más famoso del mundo (el Madison Square Garden), las luces no cegaron a Florida que por primera vez vio algunas de sus debilidades expuestas, pero supo remediarlas. Ante un arquero de elite como Igor Shesterkin, redobló los esfuerzos y opacó a una ofensiva de los Rangers que se vio sumergida en un mar de inseguridades por la sofocante defensa del equipo de Paul Maurice. Con el juego defensivo como bandera, pero sin dejar atrás sus grandes capacidades en ataque, las panteras superaron una muralla y sacaron su boleto a la final de la Stanley Cup.
Dicen que en el deporte se gana o se aprende, en junio de 2023 los Panthers aprendieron una gran lección en el T-Mobile Arena de Las Vegas. Un año después fueron puestos a prueba y demostraron el conocimiento incorporado. Sin dejar nada al azar, Florida se rehusó a tocar el trofeo “Prince of Wales” (una tradición supersticiosa que indica que el único trofeo que importa es el “Lord Stanley”). En 2023, en cambio, Florida sí celebro con este trofeo otorgado al campeón de la Conferencia Este. La orden del entrenador fue clara, ni bien sonó la chicharra y los Panthers se consagraron campeones del Este, Maurice se dirigió al capitán, Aleksander Barkov y le dijo: “Ni se les ocurra tocarlo.” Nadie osó ni siquiera a respirar sobre esta copa.
Restaba un solo paso. Una serie más. Del otro lado, los Edmonton Oilers comandados por el mejor jugador de la liga, Connor McDavid. Esta serie fue única. 7 encuentros que pueden desglosarse en 3 capítulos distintos. Florida se impuso en los primeros 3 juegos y quedó a una victoria de conseguir aquella copa que le fue esquiva en sus 30 años de existencia. Tan cerca, pero tan lejos. Los propios hinchas no podían creer con la facilidad que este hito podía desenvolverse. Parecía muy bueno para ser real, y lo era.
El Juego 4 marcó un punto de inflexión, en casa de los Oilers, los locales entre la espada y la pared. Allí fue donde McDavid dijo presente. En posición de “championship-point”, Florida sufrió la mayor paliza del año y cayó 8-1. El resultado no es gravitante en una serie a mejor de siete donde cada triunfo vale por uno. No obstante, el clima cambió y Edmonton obtuvo una bocanada de aire que le impulsó en una embestida histórica. En el Juego 5 Florida tenía la posibilidad de acabar con todo de una vez por todas, de local en Sunrise. Pero otra vez se vio sobrepasado por la capacidad de McDavid y compañía.
Los Panthers que hace 5 días ya pensaban en el desfile de campeonato, ahora debían embarcar en otro largo vuelo hasta Edmonton para jugar un partido al que nadie creía que esta serie podía estirarse. El Juego 6 fue un partido sin igual, los Oilers no vieron oposición por parte de los Panthers que parecían resignados a volver a Florida y al menos decidir su destino ante su gente.
Y así llegaron al Juego 7. Un partido por la Stanley Cup. A todo o nada. Los 6 juegos anteriores perdieron todo su valor, esta serie ahora se definiría en un mano a mano para la historia. Florida con el temor de ser protagonistas del mayor colapso en la historia de la liga, pero con la certeza de que todo su estadio estaría alentando a sus espaldas. Edmonton con la confianza de ejecutar la mayor proeza, pero con un cansancio descomunal. Y así fue, Edmonton nadó contra la corriente, hizo lo imposible, pero murió en la orilla.
Los Juegos 7 se caracterizan por ser partidos de alto voltaje, pero bajo goleo. Este fue así. Florida tomó la ventaja por 1-0 gracias a un desvío de Carter Verhaeghe, el hombre de los goles importantes. Edmonton lo igualó con una escapada mano a mano, el sello de la casa, de Mattias Janmark frente a Sergei Bobrovsky. El gol del campeonato lo convirtió el máximo goleador de la temporada para Florida, Sam Reinhart anotó el 2-1 que se mantendría hasta el final. Luego de este gol, Florida sufrió y sufrió, pero en su portería un inmenso Bobrovsky, asistido por bloqueos épicos de sus compañeros, cerró las puertas y sentenció a los Oilers a un final desgarrador.
Tan sólo 24 horas antes, el clima en la organización de Florida lejos estaba de aquel que se imagina en un equipo a una victoria del campeonato. Es que la serie ante Edmonton fue una montaña rusa de emociones, y tras regresar de Canadá, los Panthers atravesaban sus horas más cruciales. El equipo respondió, ya no se hablará de un fracaso estrepitoso, sino de una historia increíble de superación. Y es que incluso tras desperdiciar la ventaja de 3-0, Florida supo reconstruirse y hacerse fuerte cuando las luces brillaban más que nunca.
Una ceremonia emocionante, pelos de punta a la hora de recordar las cientos de historias que corren detrás de esta organización. Bill Zito, el general manager que llevó a cabo el traspaso más importante en la historia del equipo, envió al histórico Jonathan Huberdeau y al gran defensor, Mackenzie Weegar, a Calgary, a cambio de Matthew Tkachuk. En los dos años tras ese traspaso, no hay una sola persona que dude de la genialidad de negocio que ejecutó Zito. La historia del propio Tkachuk, hijo del histórico Keith, completó el legado de su padre ganando la Stanley Cup que a su antecesor le fue esquiva. Toda su familia presente en el estadio, incluido su hermano Brady, capitán de los Ottawa Senators, quien festejó el título como otro miembro de los Panthers.
La historia de Roberto Luongo, debe ser quizás la más emotiva de la noche, el arquero miembro del Salón de la Fama, nunca pudo alzarse con la Stanley Cup en su carrera como profesional, pero este año como asistente al Manager General del equipo, finalmente tuvo su broche dorado a una trayectoria intachable. El mismo Luongo fue el encargado de retumbar el bombo previo al comienzo del partido para encender a la hinchada. Un fuerte mensaje al equipo, “hoy juegan por ustedes, por ellos y por tantos que soñamos estar en sus patines en este momento”.
30 años de una franquicia que atravesó todo tipo de sufrimiento. Alcanzó su primera final en 1996 y en ella fue barrido por 4-0. En su segunda final en 2023 cayó 4-1. Este año cuando todo parecía indicar un triunfo categórico, Florida tocó fondo y reflotó, con lo justo, para sacar la cabeza del agua. Lo dijo su entrenador al ser entrevistado en el hielo durante los festejos: “Necesitábamos perder 3 partidos en una final, para aprender a ganar 4. No podía ser de otra manera, ganamos la Stanley Cup de la manera más Florida Panthers posible”. Y cuánta razón, no podía ser sin sufrimiento. Paul Maurice obtiene su primera Stanley Cup y deja de ser el entrenador con más juegos disputados sin ganar la copa. Y en el momento de máxima euforia dejó un discurso inmortal: “Hoy aprendí que la Stanley Cup no se gana, se comparte… Para vos Papá, tu nombre estará allí arriba con tus heroés: [Jean] Beliveau, [Maurice] Richard, [Gordie] Howe, [Ted] Lindsay… Maurice”.
Federico O’Donnell