Trabajadores del tenis

Sumergidos por la alta exposición mediática de las principales figuras, detrás del cortinado que respalda a las grandes estrellas, están ellos. Los que sudan cada partido, los que luchan por cada punto que significa el pan de cada día. Los que complementan los cuadros de los principales torneos, aquellos que alternan entre Challengers y Torneos de la ATP.Los que empiezan cada torneo sin saber si ganarán una fortuna o perderán dinero. Los que empiezan en cada cita un largo camino en la Clasificación (la famosa Qualy) y sueñan con alcanzar la gloria…

Benoit Paire, de Francia, venció al español Javier Martí, surgido de la clasificación. Fue una dura lucha en medio del calor que irradiaba en el court N*3, el más alejado, el más pequeño, donde se reúnen casi siempre los trabajdores del tenis.

En un clima casi familiar, estos hombres le dan forma a su carrera. Y encaran cada partido como un peldaño al cielo de gloria.

Benoit Paire tuvo que sufrir para ganar; y estuvo muy cerca de irse. Es que el jóven español supo quebrarlo dos veces en la primera manga, para adelantarse por 6-2. Allí, Martí fue más sólido. Lo quebró para ponerse 3-2, luego mantuvo (4-2), volvió a quebrarlo (5-2) y cerró con su saque (6-2).  Paire se sentó en ese descanso y llevó la toalla a su boca. Un mordisco fuerte, para descargar la bronca. Un resoplido y la búsqueda de las razones por el desarrollo del juego. Cerró los ojos e intentó buscar más concentración. Y a jugarselá en el segundo set.

 

El desquite comenzó muy rápido: Juego profundo, variedad de ángulos y ataque sostenido; en una ráfaga de buen nivel, el francés Paire se anotó un parcial de 5-1.

Luego, la vuelta a la normalidad: errores compartidos, más dudas que certezas y el juego constante del español lo llevarona revertir el marcador: Martí se colocó 6-5 con su servicio. En ese game, logró ponerse 30-30. Sí, a sólo dos puntos de llevarse el partido. Pero no pudo, le faltó experiencia y serenidad. El grito de Paire tras lograr el empate en 6 presumía que el partido podría cambiar de manos.

Y así fue, porque el tie-break resultó un remolino de errores de Martí y algunos aciertos de Paire: 7-0, sin discusiones.

El destino parecía sellado. La pulseada cambiaba el rumbo, y a partir del tercero el partido fue todo del francés. Que había mostrado más recursos, más ingenio y variedad de juego.

Pese a algunas dificultades con el servicio, errores llamativos y altibajos en su juego, le alcanzó para dominar el tercer set. Fue superior y lo demostró con el 6-2 final.

Y le rindió honor a la máxima de los trashumantes del tenis: “Para saber gozar, primero hay que saber sufrir”. Paire y Martí, dos trotamundos de la raqueta habían dejado la piel en un partido sin más relieve que algunos aciertos, varios puntos atractivos y un esfuerzo físico constante.

Los dos dejaron todo por subir un escalón. Sabían que uno sólo lograría el objetivo; y fue Benoit Paire. Pero también sabían que representaban a la raza de los deportistas que sólo saben de sacrificios y disfrutan de pocos privilegios. Los trabajadores del tenis, también pasan por Buenos Aires.

 

Hernán O’Donnell